domingo, 14 de octubre de 2012

Capítulo I de un ser culpable.

Vi en sus ojos la ausencia de algunas lágrimas escondidas que encontré la última vez que la miré. Cada fragmento de su alma tenía su propia historia, en la suya yo era el héroe y no el villano, pero aquel día todas las palabras que no le dije eran las que ella necesitaba escuchar. Todo acabó en segundos, la culpa y la pena la devoraron en su cama desierta, haciendo brutal la caída después de recordar y ser consciente de lo que acababa de ocurrir, rompiéndose una vez más en pedazos sin nada que objetar. Fue un destrozo bestial, partí los átomos de su risa hasta despedazar cualquier intento o mueca de felicidad por mucho tiempo, hasta que un día no tan lejano al que ella se imaginaba, e incluso yo, entre soledades domésticas y una amargura sin sentido, se lo llevó todo el olvido.
Una melodía oscureció todo y de pronto estaba sentada frente al espejo, viendo como se rompía su cuerpo y salía libre de él, entendiendo a su vez que un hombre a medias no le sirve a ninguna mujer completa. Porque no se puede tocar el cielo con las manos llenas de nostalgia viajó donde la trataron con el apego que yo no supe darle, sintiéndose la mujer más dichosa, y aprendió que cuando no es acierto ni error es simplemente amor, aquello que había encontrado tras salir de una mustia agonía.
Yo era un todo constante en su vida hasta que decidí desaparecer, sin saber muy bien aún por qué y sintiéndome culpable por el dolor que causé, reprochándome a mí mismo todo el pesar que ella sintió durante tanto tiempo. Hasta que hoy, la encontré sin esperarlo, sin saber cómo actuar ante ella, con la vergüenza de un pasado juntos que acabó en llantos y distancia, pero sin más, paseando por la calle me vio, respiró profundo y le dijo al amor de su vida: "mira, hace mucho tiempo yo te confundí con él".


jueves, 4 de octubre de 2012

De un momento a otro.

Comienza el tercer otoño, el tercer capítulo de la historia y mi nueva ira. Pongo mis ganas en que llegue el invierno, en reenamorar a quien una vez fue completamente mío, y despertar al dinosaurio a punta de besos y caricias. Quiero que el frío y el amor calen en mis huesos, más que nunca y tan dentro que ya no encuentren la salida, para descifrar los enigmas que esconden las sábanas azules que me envuelven y los secretos que a veces tapo y veo a través de la piel, de la tuya.
Revolcándose con el barro tengo aquellos recuerdos que se envuelven en lágrimas, con miedo a volver a recorrer mi mente refugiado en ese absurdo sentimiento de incertidumbre que no me permite respirar, y sólo quisiera saltarme el camino y simplemente llegar. Ya se acabó la espera. Llegó de madrugada y me abrigué en él, en la frigidez de los latidos que llenan mi vacío, separándome de la distancia y el tiempo tan indiferentes a mí.
La furia de mis letras no se entienden, ni yo misma lo hago y sin esfuerzo logro intentar aclarar mis ideas para  jugar con cada anochecer y saber que lo que necesito se esconde bajo las palabras que una vez nunca dije asustada por el pánico, el sobresalto, el recelo y las alarmas que me despiertan de todos mis sueños, de los cuales nunca veo su solución.
La raíz de todos mis miedos está sembrada en la tierra del olvido, ser cobarde al verme ante el espejo sin reconocer lo que realmente veo, sentir temor a no tener esas manos en mi. Esas manos en mí, me hacen sentir mejor, me refugio, sin creer en nada, creo, y dejo de estar ciega para curar lo malo del pasado y se me olvida que he llorado.
Se me olvida que el otoño deshoja las ramas desnudando el aire y acortando mi aliento.

viernes, 22 de junio de 2012

Huele a nuevo, a regreso, a euforia.

Voy a oscuras, busco a tientas, doy pasos temiendo que sean en falso y me hago diferente a mí misma. En mi refugio, donde me invento cada día, he construido una habitación donde pasa el tiempo, sabe a cola fría y a pasado oxidado. Me sobran deseos, me hace falta, tal vez, algo de vida. Si tan solo este mundo no fuera incompleto, nada sería injusto. 
Aquí se viene para llegar a ninguna parte, y el que sufra por ello, que mejor se busque un sendero para caminar, porque yo cuento verdades tristes que alegran los corazones. Por eso, o quizás porque la melancolía invade mis ideas más claras y las nubla, he dejado de mirarme en el espejo y por la noche me saludo en voz baja para saber llegar a casa, no quiero saber nada del tiempo hasta que no venga alguien para agotar todo el mío.
Veo salir los aviones, queriendo ir algún día en uno de ellos volando, confío salir de este cuerpo, que no me queden palabras y que mi voz en off no pare de gritar. Quiero aprender a escuchar sentimientos en acústico, ser de esas personas que encontraron la felicidad por su manera de vivir despacio. Reconocer el olor a casa, ser como agua hirviendo, pues en este desierto, sólo habrá futuro para los que crean haber encontrado un oasis en el interior de su mente.
A lo mejor es que no has escuchado a nadie decir que la soledad te ha vuelto mas hermosa, quizás sea así, de la nada o en medio de un café, cuando menos te lo esperas ves la vida al otro lado de la calle paseando cansada de nosotros, de todo. Y es ese todo el que nos evita, nos hace frágiles y nos convierte en criaturas de otro mundo, el propio.
Voy a jugar con las letras hasta formar laberintos llenos de cerezos, esperar al otoño para andar por las ramas de mis pensamientos. Voy a escribir.









domingo, 15 de abril de 2012

Vingt-trois mois mon cher.

Hay días así. Días que no se sienten, cuando cruzan nuestra vida sigilosos. Días que se vuelven viento. Estos días insolentes en los que tu ropa se ajusta y mi cuerpo se descuelga.
Eres tú el que me has creado, el que me rompió y moldeó según tus labios, tu mirada, tu sonrisa y tu calor. Todo lo anterior a ti me suena estúpido, y aunque pueda ofrecerte todo, todo es poco.
Es todo ese ruido que en mi mente se disfraza de tu voz, y me miente. El mismo que hace de una frase una guerra. Hace de una vida una excusa, y sin dejar de lado esos recuerdos que hacen de tu cuerpo y el mío un espectáculo.
Y es que es la noche la que dice todo sobre ti, y ayer me susurró que a veces, sólo a veces vale más cualquiera de tus besos en una de mis mañanas que todas nuestras caricias juntas.

martes, 10 de abril de 2012

I write dark


Soy un corazón oxidado que muere de sed y se ahoga en orgullo para pasar las penas. Para pasar las penas escribo, intento hacer de un enlace con tres letras en inglés unidas por guión algo decente.
Ser una página en blanco tiene la ventaja de poder ser arrancado por alguien y poder volver a escribirse de nuevo, remodelarse en cada escrito y esconderse tras cada palabra para de una forma u otra reflejarme en cada una de ellas. Siempre tuve un gran problema trascendental, un laberinto irreal creado por mí misma en cual no encuentro mi sitio, busco donde encajar, pretendo elegir las palabras correctas para definirme, saber quién soy y aprender a no dudar y a saber pensar con los pies fríos.
Por eso me refugio aquí, porque soy de esas personas aburridas que suelen morir ocasionalmente sin previo aviso en repetidas veces y recurro a este lugar para hacerme notar y contarlo. Hablar con letras desgarradoras, con ternura o pasión, hablar de amor, dolor o gozo y todo ello hacerlo escritura, escribir desde lo más oscuro.
Escribo oscuro, sí, escribo desde lo más oscuro para dejar la vergüenza que me habita, sin hacerme notar, y poco a poco dejar que algo de luz me deje ver. Que hay ojos que aunque parecen vivos, están vacíos, y aún así parpadean, es todo ruido que en mi mente se disfraza y me inspira, es creerse poeta y morir de hambre, mirar a la luna y estremecerse, es sentirse bien haciendo esto. Es escribir, arriesgarse a gustar o quedar arrinconado en el olvido, dejar sin aliento o hacer esbozar una sonrisa con cada punto y final, ser noche y día, hablar del frío que cala y el calor que derrite.
Hablo con voz rasgada por que soy invisible, y me escondo bajo un sobrenombre de un sentimiento que palpita, y eso es lo que quiero, que palpiten y sean bienvenidos a mi paraíso perdido, donde me presento y me despido a la vez.
                                                                                                                                          
Euforia.

jueves, 15 de marzo de 2012

Soy de esas personas que no saben definirse a sí mismas.


Hay mujeres que enloquecen, que perturban, que engañan o enamoran.
Ella por el contrario se escapa de toda regla, ella es la que juega a mirarse al espejo y se divierte mientras se ríe de sí misma. Ella sonríe sin que nadie se lo pida, se enloquece sola, vive sin planes. Ella es la que inventa sus propias locuras, roba suspiros y atrapa besos para guardarlos en su caja de "recordatorios de un día especial".
Ella fue la que te desenterró del jardín abandonado en el que habitabas, la que te despierta cada mañana y hace que manda sobre todo. La que rebosa un poder invisible que le ilusiona a medias y se le escapa cuando llora, sí, ella es la que llora sin vergüenza a que la miren, y se vuelve otra vez niña.
Ella pidió un rincón para equivocarse y no tener que regresar a disculparse. Se desespera y no escucha razones. Ella es la tirita y la cicatriz. Una victoria, una derrota o tu mayor venganza, distancia o fuerza, perversión y dulzura.
A veces le roba al aire. Se roba a si misma cuando siente que no puede. A ella le gusta ser distinta, es la cordura desatada, la filosofía del que no piensa, ella es por ti.
Imprecisa, sin fin, la parte que puede que perdiste, un imperio, una galaxia por descubrir.
Sólo soy un rincón, una voz. Soy de nadie, yo, la que jura que no sabe nada. Soy el viento desbocado. Y tú quizás recuerdes que yo nunca supe darte una caricia sin hacerte sonreír. 



miércoles, 14 de marzo de 2012

Paréntesis.


Ya había asumido el riesgo antes de ser consciente de lo que estaba haciendo. Seguí adelante sin saber muy bien cómo acabaría esto. Me dejaba guiar por las ganas y el deseo, gateaba a ciegas y tanteaba por un terreno que no conocía hasta llegar a tu cama. Tú con esa atracción transcendental me intimidabas, me dominabas y hacías daño. Tú el indeseado, y yo, te odiaba.
Me hiciste perder mis principios, alejarme de lo normal en mi mundo relativo, me fui infiel a mí misma, me engañé y tú me sedujiste. No te elegí como pasatiempo, sino como compañero de pasiones. Tu voz escondía las ruinas de un amor pasajero y la mía el secreto de una pasión desatada en una habitación oscura y vacía. Voces que atrapan excesos, locuras y alguna que otra memoria, la nuestra guardaba un gemido y una necesidad por falta de aire. Aquella que cubriste y ahora me miras como si nada de esto hubiera ocurrido, como si ya no existiera. No existo yo, no existe esa habitación vacía ni ese jueves de invierno sentados tanteando quién daba el primer beso. Ahora sólo queda la agonía de ese recuerdo, el cual intento ahogar cada vez que te miro. Pero tristemente, hay cosas que ni la razón ni la conciencia niegan y aunque los recuerdos se nublen, la memoria abusa de sí misma y nos hace recordar.
Fue una cosa fugaz y mínima, pero me hizo ilusión.
Fuimos un paréntesis.

jueves, 1 de marzo de 2012

Sobredosis.



Personas que a falta de cordura se enamoran días que no podrían ser soportados fuera de la cama. Entonces no importa mucho la ausencia, porque traigo conmigo la distancia que tanto te gusta, pero acércate.
A veces amanezco a medias, cuando dejo el alma y los recuerdos en la cama y el cuerpo tiene que levantarse. Yo soy un espacio vacío que se llena sistemáticamente en ocasiones excepcionales una vez en la vida. La vida, eso que llevamos a cuestas, lo que estrujamos contra la pared o la silla, lo que le da el amargo y el dulce a los días que pasan cuando hay otro por venir. La vida, como los demás accesorios se guardan bajo la ropa, y en la memoria llevo ese sonido, esas imágines tuyas en todos lados o tal vez mis ganas de extrañarte de cerca.
Tú, siempre tan sublime, elegante, envuelto en deseo, tú eres ese que atraes miradas y robas suspiros. Despiertas malas intenciones de las que se llevan en la boca, lo demás son tentaciones, o eso pienso cuando te veo desnudo, porque dicen que el deseo duerme y despierta para ser derramado en la piel, y tú eres lo que quiero como excusa para no salir de la cama.
Tú y yo somos indeseables como cualquier abultamiento paradójico en la conciencia, pero aún conservamos un tono insultante que agrada en la boca. Recuerdo claramente que lo olvidé todo y el vacío que traje conmigo no es más que un viejo recuerdo, unas ganas de comerte vivo.
Mi alma moribunda te reclama, mi inocencia te llama y mi torpeza te pide ayuda. Pero nosotros como los árboles nos vamos deshojando, aunque sin la necesidad de otoños, lo hacemos con cada despedida.
Hoy soy un gato que ha perdido 5 de sus 7 vidas en el tejado en el que habita, una me la quedo para ti y otra para desperdiciarla esta noche.
























"Though the pressure´s hard to take,
it´s the only way i can escape, but never let me go"






martes, 14 de febrero de 2012

Catorce de febrero


Hoy no sé por qué he vuelto a pensarte, hoy 14 de febrero que hace dos años que no te vuelvo a ver, y hoy precisamente has decidido aparecer de nuevo. Nunca creí que volvería a verte, pensé que acabarías siendo un recuerdo vago en un rincón de mi memoria acurrucado donde no pudiera oírte ni verte.
Todo pasó hace tanto tiempo, decidiste dejarme aquí con miles de excusas, diciendo que te había inundado la monotomía y no encontrabas nada más que poder darme, ya no sentías tu cama vacía cuando yo no estaba en ella. Entonces venías, te ibas y volvías hasta que una vez te fuiste de forma permanente, y yo seguía queriéndote igual.
Ahí estaba yo, pegada el cristal de la cafetería de siempre cuando pasaste frente a mí y decidiste entrar. Sí, eras tú, mirándome a los ojos sin romper ese silencio tan incómodo que se traduce por tu ausencia en todo este tiempo. Aunque no te preocupes, vengo aquí cada día, el café es sólo para evitar la nostalgia que no desampara a ninguna tranquilidad y mucho menos a la mía teniéndote tan cerca.
Ese era el hombre que hizo despertar cada uno de mis sentidos, el que llenaba los vacíos de mis sábanas en mis noches solitarias de los fríos inviernos y me despertaba con el desayuno en la cama, aquel al que le dije todas las palabras que muchos quisieron escuchar.
Acostumbré mi cuerpo a sus manos, para vestirme de ellas cuando andaba cerca, y me sentí helada cuando mi piel no encontraba el tacto de la suya por ninguna parte, y llegaba a ahogarme la desesperación de esta ruptura.
Creí que estaba convencida de haberte dejado de querer, de haberte olvidado y no echaba en falta tu presencia, pero mirándote hoy he aprendido que un amor como el que este fue nunca se olvida, además, aún continúo mirando las puertas cuando escucho el sonido de alguna voz, creyendo que fuera la tuya. Me agredía como acto desesperado de mi cordura.
Eres tú el que hoy confiesa que me llevabas en nuestras solitarias conversaciones, en el consecutivo de nuestros silencios intermitentes y en el vacío de los acentos de mi nombre.
Hoy, catorce de febrero, prendida de tus ojos, hemos revivido lo que un día fue una historia de amor, desteñida por el paso del tiempo y escondida bajo las hojas de los últimos otoños.
Todo lo que fuimos, lo que somos y seremos se queda en el silencio entre las líneas más dulces, porque así hoy lo hemos querido.

lunes, 6 de febrero de 2012

Pareja tóxica.



Cuando llegamos aquí por primera vez teníamos frío y estábamos limpios, sin colores en la piel, éramos como luz y papel mojado. Sin colores en la piel hasta que dejamos entrar al fantasma que rondaba nuestros sueños.
Si dices mi nombre todos esos colores se iluminarán, brillarán hasta que nunca más volvamos a tener miedo de nuevo. Y cuando venga a por mi, yo estaré con mi vestido azul, besando tus ojos, y besando la palma de tus manos, con plata en los pulmones. Después siempre desaparece, y en ese momento es cuando sabes que nunca volveremos a estar juntos, te vistes de negro gritando mi nombre en voz alta mientras yo arrastro tu cuerpo del que soy dueña, desgarrando cada parte de él en este helado febrero polvoriento de deseo.
Ante cualquier pretexto o capricho pienso descomponerme, doblaré los días para guardarlos debajo de la cama antes de acostarme y esperaré a que vengas a suspirarme con una voz ronca y desgarrada, porque ante esas respuestas que siempre se escuchan yo prefiero las otras, las que simplemente se sienten, y hoy he cerrado los ojos para verte y me he atado las manos para poder tocarte, así no desbancarás a mi poder siniestro que te agarra y te atrae.
Y aquí, ya no manda tu fuerza sobre mi cuerpo, ya no logras pisotearme rozandome con tus dedos, ni esfumas mi poca cordura para hacerme sierva de tus placeres. En una dosis moderada la desgracia es un placer, pero no te sientas desdichado, querido, que hoy por hoy, seguiré intoxicando cada milímetro de tu cuerpo con mi odio.

jueves, 2 de febrero de 2012

Bienvenida de nuevo

A través de mis gafas de sol solía ver el mundo en el punto justo de cómo quería que fuese. Todo el mundo solía tener esa corazonada de que yo era profundamente rara, nunca entendí el por qué de esos comentarios en los que todos ellos me definían con palabras de un contenido favorable, la cuales siempre he rechazado y aún así no negar que yo fuera algo anormal.
Mis recuerdos corren por las líneas de mi mano y se entrecruzan recordando todo lo que tuve y aquello que perdí. A veces me replanteo quien fue el malo aquí, y porqué decidí no volverte a ver. Mi vida es una abstracción, no existen los objetos materiales y clausurar está prohibido, pues puedo hablar de lo posible y de lo imposible, de lo actual, lo pretérito o el porvenir, o incluso puedo hablar de mi misma, como suelo hacer en la gran mayoría de las veces y debatir mis argumentos.
Me ha vendido hasta mi propio ángel de la guarda, y he caído en la cuenta de que todos me dejaron caer, en un vacío inmenso del cual sólo podía salir yo sola, deshaciendo toda la gélida nieve que rodeaban mis sentidos y aplazando mi fecha de caducidad. Aunque en muchos casos podría haber reunido lo mejor de lo que viví en cada momento y rehusarme a tener que recurrir al contacto físico y enfrentarme cara a cara para satisfacer mi necesidad ambigua de saber que hay quien sigue ahí.
Fueron mis cambios de humor, mi carácter de doble página o mis ganas de aislarme y sufrir ahogando mis dolores contra la almohada. He visto abismos peores con la diferencia de que en ellos han podido salir de una pieza intacta, yo en cambio he llegado hasta aquí mendigando por esos recuerdos y quedándome lo que a mi juicio gana, y son esa parte de mi vida a la que defino con “felicidad”, constituida principalmente y siendo fiel desde la salida de esta carrera a lo que realmente fui y en estos momentos creo ser. Hoy en día no creo encontrar nada de lo que pueda arrepentirme, y vagando un poco en el recuerdo diré que las mujeres difíciles son las que realmente enamoran a los hombres.

                                

domingo, 22 de enero de 2012

Desde la sala de espera.


Mis letras desgarradoras dejan mostrar mi melancolía frustrada y mi ilusión desfigurada, y cierro los ojos para protestar por lo que llevo dentro, que es insostenible.
Descomponerte en pequeños trozos para ordenarlos según su tono de blanco o el número de pecas y guardarme debajo de la ropa un lugar secreto es una excusa para ante cualquier remordimiento invocarte.
Creo que llega un momento en el que nos cuestionamos si todo es real y es ahí cuando tengo la certeza de mi poca cordura, porque ya es hora de dejar la falsa realidad y volver a lo propio, que es la costumbre.
A veces siento un cansancio terrible y absurdo por tener que sentir siempre rencor, pero nunca remordimiento, y es que a lo largo del día se van descolgando mis dolores al caminar, aunque de este tema siempre entendí poco y lo acarreo a todos lados. Un día me encontré en la nada aunque a veces me confundan con cualquier circunstancia, será porque me he acostumbrado a olvidar todo lo que quiero, más que nada por descuido.
He llegado a una conclusión tal vez un tanto radical, y es que todos los recuerdos invadirán aquel cuerpo que estaba postrado en la calle aquel martes por la tarde, y que pretendía encontrar un camino, pero como todos acabará muriendo sin saberlo. Así, creo que mi vida es todo eso que no pasó mientras quería o dejé de ver por preguntar, es una vida construida con pequeños detalles omitidos y otros susurrados.
Yo soy así, me derramo, me humedezco la cara, me lavo los ojos, en ocasiones lluevo, dejo caer el excedente de agua que llevo en mis cristales durante estos años, hago mares en mis ratos libres, pero nunca lloro, o al menos no lo volveré a hacer inútilmente.

domingo, 15 de enero de 2012

Me gusta cuando me nombras, con esa fluidez eléctrica.

En la próxima vuelta del universo nos detenemos.
En mis meras palabras expongo la esencia de mis sentimientos, mi ternura escrita y que sólo él sabe leer entre líneas.
Voy a contar algo. Siempre me imaginé con él fuera de aquí, en la ciudad que más le guste del mundo, establecer una verdadera rutina de días de diario en los que los viajes no duren una hora sino unos cuantos minutos. De tardes paseando y Starbucks en mano.
Para llegar a su boca hace falta recorrer un infinito, escuchar las palabras de emergencia y salvarme en sus labios. Él es un momento de felicidad que se repite constantemente como si espiral fuese.
Sueño despierta agarrada de su mano subiendo las plantas de la Torre Eiffel, mientras me susurra al oído sus típicas frases en francés que hacen que el más complaciente escalofrío recorra todo mi cuerpo milímetro a milímetro sin dejar el mínimo espacio.
Tiene una capacidad que logra controlar mi voluntad indomable, y en noches de insomnio pasa por mi mente y decide quedarse un buen rato. Lo único malo de este amor es la distancia y que los enfrentamientos por causas remotas que se desvanecen con el tiempo no acaben con un beso suyo.
Y después de todo esto hago todo lo posible por encontrar algo que se le parezca. No es que esté perdido ni sea un ser extraño, es que para mí no es real. Roza el romanticismo y lo transforma en momentos de una tarde encerrados entre las cuatro paredes de una habitación conocida con su música indie de fondo y sus manos en mi cintura. Las palabras más sinceras son las que se dicen entre besos.
En su ausencia creo ir en dirección al viento intentando llegar a su olor, voy por las calles por donde pasamos escuchando las canciones que me cuentan nuestra historia y en cuanto llego a la adecuada caigo sobre el misterio de lo que llamamos amor, donde él estaba.
He llegado al punto y final, al lugar donde se pierden las palabras.


viernes, 13 de enero de 2012

Causas perdidas y razones inexistentes.

Es engañoso necesitar rompernos en mil pedazos cuando sólo necesitamos olvidar, pero es que a veces confundo el infierno con mis propios desvaríos. Siento la peculiar sensación de haberme quedado varias vidas atrás, pero estoy segura de que si esta vida es prestada, me sería imposible ser propietaria de tantas promesas medio dichas.
Jamás he abandonado todo más de lo necesario, siempre me he reservado la desesperación y la angustia para casos urgentes. Pero en ocasiones escucho una voz gruesa y vulgar en el interior de mi cabeza guardada para los casos peligrosos de soledades prolongadas. Una realidad de emergencia para los momentos dolorosos.
Es un pequeño espectáculo íntimo. En ocasiones me miraba al espejo y me decía: “Te han cambiado la vida, y tus verdaderos gustos salen cuando estás a solas. A veces todavía sé quien eres, y me gustabas”.
Es extraño cómo llevaba mi infierno a cuestas y nunca olvidé limpiar las almas por donde pasaba, incluso en este invierno se me ha visto llorar feliz con mi tristeza.
Sin dudarlo apenas creo haberme liberado de todo eso, y he reaccionado por así decirlo, puesto que para conquistar el mundo uno tiene que comenzar por conquistarse a sí mismo, y mi batalla la tengo ganada.
Puedo decir muchas cosas sobre el destino, pero me he dado cuenta de que realmente da igual, tanto lo que puedo decir como el destino. Por eso, cuando eres insignificante lo entiendes todo cuando te encuentras en medio de un silencio prolongado y aterrador.
He decidido hacer de mí mi pasatiempo, y el objetivo no es envejecer, sino marchitarme, porque sólo se marchita lo que una vez estuvo. Yo he existido disfrazada de incógnita, llenando vacíos como forma de evadir la culpa de mi soledad, pero estaba claro que mi cuerpo era público y no es fácil esconderse.

Tengo la sensación de que tendré que inventarme algún día, y sólo espero no estar obligada a ser real.

domingo, 8 de enero de 2012

No hay nada como las ganas que te tengo.


Que esto parezca un accidente, y no un crimen pasional.
Escribir sin puntos es una buena forma de cortar la respiración, aunque no de tiempo a pensar demasiado.
Él es a veces una ilusión, una realidad o un sueño. Cuando me arrastró por el sofá cayeron mis indiscutibles y suaves necedades. Aunque no soy partidaria, en repetidas ocasiones me hizo perder la cordura y a veces el cuerpo.
Creo que lo nuestro es otro lenguaje, otro lugar, otra bandera, otra idea, otro planeta, otro recorrido, otra desgracia o tal vez otra vida, otra cosa.
Conjeturar las miradas y los mensajes, y retrasar las manecillas del reloj como un acto de desesperación, reusarse a cualquier acumulación de tiempo. Esto suele pasarnos cuando llega un terrorífico domingo, que no se libra de ninguna despedida.
Con suspiros de voz baja, que dejan ver la felicidad de saber que no estamos soñando. Es todo tan real, y a pocas horas te recuerdo hablando un poco en cursi, con noches de terciopelo, y despertares inesperados con un beso en la mejilla mientras duermes.
En el momento en el que desapareces, soy ese preciso instante, un lapso de tiempo doloroso que se repite interminablemente en mi cabeza, y me vuelvo tan débil que se me escapan unas lágrimas porque no quiero verte ir.
Mi conclusión se queda en que todo es menos malo desde que existes. He merodeado entre varias posibilidades y he acabado albergando la peor de todas, que es echarte de menos.
Y ahora la distancia de aquí a tu boca se me hace el infinito, no me creo que mañana sea lunes, por eso para recordarte he colgado un letrero sobre el cabecero, es algo muy peculiar: “prohibido soñar con alguien que no sea él”.