jueves, 15 de marzo de 2012

Soy de esas personas que no saben definirse a sí mismas.


Hay mujeres que enloquecen, que perturban, que engañan o enamoran.
Ella por el contrario se escapa de toda regla, ella es la que juega a mirarse al espejo y se divierte mientras se ríe de sí misma. Ella sonríe sin que nadie se lo pida, se enloquece sola, vive sin planes. Ella es la que inventa sus propias locuras, roba suspiros y atrapa besos para guardarlos en su caja de "recordatorios de un día especial".
Ella fue la que te desenterró del jardín abandonado en el que habitabas, la que te despierta cada mañana y hace que manda sobre todo. La que rebosa un poder invisible que le ilusiona a medias y se le escapa cuando llora, sí, ella es la que llora sin vergüenza a que la miren, y se vuelve otra vez niña.
Ella pidió un rincón para equivocarse y no tener que regresar a disculparse. Se desespera y no escucha razones. Ella es la tirita y la cicatriz. Una victoria, una derrota o tu mayor venganza, distancia o fuerza, perversión y dulzura.
A veces le roba al aire. Se roba a si misma cuando siente que no puede. A ella le gusta ser distinta, es la cordura desatada, la filosofía del que no piensa, ella es por ti.
Imprecisa, sin fin, la parte que puede que perdiste, un imperio, una galaxia por descubrir.
Sólo soy un rincón, una voz. Soy de nadie, yo, la que jura que no sabe nada. Soy el viento desbocado. Y tú quizás recuerdes que yo nunca supe darte una caricia sin hacerte sonreír. 



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