martes, 14 de febrero de 2012

Catorce de febrero


Hoy no sé por qué he vuelto a pensarte, hoy 14 de febrero que hace dos años que no te vuelvo a ver, y hoy precisamente has decidido aparecer de nuevo. Nunca creí que volvería a verte, pensé que acabarías siendo un recuerdo vago en un rincón de mi memoria acurrucado donde no pudiera oírte ni verte.
Todo pasó hace tanto tiempo, decidiste dejarme aquí con miles de excusas, diciendo que te había inundado la monotomía y no encontrabas nada más que poder darme, ya no sentías tu cama vacía cuando yo no estaba en ella. Entonces venías, te ibas y volvías hasta que una vez te fuiste de forma permanente, y yo seguía queriéndote igual.
Ahí estaba yo, pegada el cristal de la cafetería de siempre cuando pasaste frente a mí y decidiste entrar. Sí, eras tú, mirándome a los ojos sin romper ese silencio tan incómodo que se traduce por tu ausencia en todo este tiempo. Aunque no te preocupes, vengo aquí cada día, el café es sólo para evitar la nostalgia que no desampara a ninguna tranquilidad y mucho menos a la mía teniéndote tan cerca.
Ese era el hombre que hizo despertar cada uno de mis sentidos, el que llenaba los vacíos de mis sábanas en mis noches solitarias de los fríos inviernos y me despertaba con el desayuno en la cama, aquel al que le dije todas las palabras que muchos quisieron escuchar.
Acostumbré mi cuerpo a sus manos, para vestirme de ellas cuando andaba cerca, y me sentí helada cuando mi piel no encontraba el tacto de la suya por ninguna parte, y llegaba a ahogarme la desesperación de esta ruptura.
Creí que estaba convencida de haberte dejado de querer, de haberte olvidado y no echaba en falta tu presencia, pero mirándote hoy he aprendido que un amor como el que este fue nunca se olvida, además, aún continúo mirando las puertas cuando escucho el sonido de alguna voz, creyendo que fuera la tuya. Me agredía como acto desesperado de mi cordura.
Eres tú el que hoy confiesa que me llevabas en nuestras solitarias conversaciones, en el consecutivo de nuestros silencios intermitentes y en el vacío de los acentos de mi nombre.
Hoy, catorce de febrero, prendida de tus ojos, hemos revivido lo que un día fue una historia de amor, desteñida por el paso del tiempo y escondida bajo las hojas de los últimos otoños.
Todo lo que fuimos, lo que somos y seremos se queda en el silencio entre las líneas más dulces, porque así hoy lo hemos querido.

1 comentario:

  1. Genialisima la entrada... Creo que eso me pasaba a mi... Como siempre me impactas excelente regalo de san valentín :)... Saludos del norte de México :)!

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