Soy
un despeñadero evidente. Para estar conmigo es imprescindible saber
volar, o bien saber caer a golpes delicados.
En
mi tiempo libre, guardo los secretos en una enorme casa vacía, vieja
y sin olvido. Tengo conciencia, incluso memoria, y ellas controlan
el dolor de forma interminable. Pero, ¿para qué me quejo?, el dolor
sigue ahí y los días siguen llegando.
Por
eso nunca llevo reloj, porque tengo miedo a perderme en una hora
exacta. Y lo hago con un odio mutuo y el rencor a flor de labio. Me
inquieta la soledad detrás de nada, siempre. Los vacíos se
amontonan en el estómago al pasar los días.
Hay
dos clases de personas, unas que con el tiempo envejecen y otras que
con el tiempo se sepultan en el olvido. Yo en cambio, soy un caso
intermedio.
Soy
una adivinanza, si averiguas la solución aprendes a dominarme, y si
sabes la clave, no me escapo.
Woow... Me gusto tu frase de: "Me inquieta la soledad detrás de nada"... Tienes una forma de redactar muy especial que hace que te identifique... Te acabo de descubrir... Saludos...
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