martes, 13 de diciembre de 2011

Soy cualquier cosa, entre otras cosas.


Ojalá. Cómo odio esa palabra. Es la forma elegante que tiene la gente de decir que algo no tiene remedio.
Después de los tiempos que han corrido y que corren, no me queda otra que reír a falta de melancolía.
He rebuscado, y tengo en la cabeza una vieja voz, un altavoz, una conciencia, una memoria, mucho ruido, en ocasiones nada, imágenes y demasiados deseos de abandonarme por momentos.
Cuando una persona tiene un mal día, normalmente se esconde. Yo, por ejemplo, me quedo parada frente al espejo esperando verme desaparecer, pero nunca da resultado.
Tantas historias quedan por contar: calles que recuerdan, personas que nunca fueron, soles de media noche.. Yo soy el silencio entre estas historias.
Me acostumbré a sentirme mal, y eso nunca entró dentro del plan. Me cansé de todo, de la misma fatiga, pero firme e indudable, cambio.
Silencio acabado, hoy he decidido gritar. Y como nadie, ser yo.
Yo que siempre quise hacer de los días terribles algún recordatorio, pero hay días nefastos que no caben en ninguna memoria. Mañana será uno de ellos.

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