lunes, 3 de abril de 2017

Girando en pausa

Aquella noche
tu corazón acelerado latía cada vez con más fuerza
mientras yo esperaba, con los ojos cerrados,
escuchando cómo retumbaba
a que te llegara la tranquilidad.
Pero seguro que si te hubieras escuchado,
habrías sentido lo mismo que yo.

En cuestión de segundos caí,
como tantas otras veces en la cuenta,
de que ésta siempre nos quedó pendiente
y me equivoco por la costumbre de errar.

Erramos por el nudo de los hilos que nos atan,
de tus letras y mi letras,
del lugar que ocupas en mi clavícula.
De la manera en la que el ritmo no aguanta
cuando nada va bien,
o de cómo los tramos de mi piel
reconocen las huellas de tus dedos.

Aquella noche yo me dormí
pensando en las líneas que iba escribirte,
en no recordar en mirar el pasado.
Me dormí con cada choque de los latidos de tu pecho
esperando entender por qué me niego,
si ya has entrado aquí, donde habita el dolor,

y no te ha importado quedarte.

Aquí, donde mi razón no reacciona
cuando te miro y empezamos a girar.

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