Tantos días incontables de tu cuerpo
y esos
desiertos
donde
imaginábamos la piel debajo de la ropa
que,
ahora que te tengo,
puede más en mí el miedo a no ser tu cuna y cena
ni la tierra donde crezcan tus raíces.
puede más en mí el miedo a no ser tu cuna y cena
ni la tierra donde crezcan tus raíces.
Por eso ayúdame, amigo,
sé mi compañero de fatigas y bienestar;
sé todo lo que quieras pero enséñame a serlo yo contigo.
Que camine por sílabas hasta escribir en un verso
todos los verbos que conjugas en silencio cuando sólo nos queda la piel,
y suspiramos al aire.