A
pesar de los años, recuerdo que yo llevaba puesto un jersey de color
gris.
A
él casi ni lo recuerdo, no al menos en ese momento.
Estaba
sentado a mi lado, pero no llegué a mirarlo.
No
nos dijimos nada y tampoco había mucho que decir, pues ya no te
llenaba y yo tampoco quería llenarte.
Sin
embargo recuerdo que la peor soledad de todas fue la de aquella
tarde,
el
momento en el que te acompaña alguien que en realidad no quiere
hacerlo.
Entonces
en sueños vuelvo al mismo lugar,
a
esa misma tarde, a la misma calle.
Aunque
en mis sueños sea de noche y en un bar,
aunque
en mis sueños ya no seas tú,
aunque
no se te parezca.
Yo
ya no te imagino en noviembre y tú tampoco querrías estar ahí para
entonces.
A
veces aparece esa soledad que es la peor de todas,
pero
ahora sabes que es al revés, pues no me llena y tampoco quiere
llenarme.
Tú
siempre vas a ser tú y yo siempre voy a ser de la misma manera,
por
eso no va a funcionar.
Ahora
estoy sentada en la cafetería y no te estoy esperando,
ahora
que es primavera,
que
con los años te he sacado de mis abrigos,
del
color gris,
ahora
que espero a quien me hace florecer sin necesidad de una evasión
previa.
El
principio sólo está al principio y,
después
que pasa,
ya
es pasado.