Nos
hace falta enamorarnos cada día de lo mismo,
y
hacerlo distinto.
De
la nostalgia incurable,
o
de cómo unos ojos logran golpearte el corazón.
De
ese recuerdo despeinado
en
el que su voz se volvía viento
y
rompía las olas en cada vaivén.
De
la libertad que nos quema en las manos
y
no sabemos qué hacer con ella.
O
de aprender dos maneras distintas de respirar.
Nos
hace falta enamorarnos cada día de lo mismo
y
hacerlo distinto,
de
mudar la piel
y
dejar que cada orgasmo
tenga
su explosión.
Porque
el amor,
como
un virus,
siempre
acaba contagiando.