domingo, 31 de agosto de 2014

Agosto es el mes del deshielo.

De tanto malvivir, de tanto malquerer, me he dado cuenta de que en lugar de huesos tengo espinas,
y que en algún lugar de este cuerpo se encuentra un corazón empolvado.
Hablar sin parar y pestañear en los momentos donde no había nada que decir, porque de tanto aguantar el peso del misterio me he partido,
y ahora lo que quedan son grietas y pedazos sueltos.
Y de tanto buscarme me he perdido,
entre la arena y la sal de agosto,
y busco refugio en septiembre,
aunque a ratos pienso que aún tengo cosas que decir,
que van a quedarse sin decir.



"Cuando acabó aquel letargo sin fin, me quedé en agosto a vivir"