Aunque a veces quiera matarte y tú quieras acabar conmigo tenemos que hacer un pacto.
Un pacto sagrado y cumplirlo.
Prométeme que me recordarás que no puedes hartarte de mí por mucho que lo parezca.
Prométeme que volverás cada vez que lo necesites o te lo pida al ático para borrar los errores analíticos. Te espero allí, en el centro de la tierra donde si se acaba todo no hay que temer por los monstruos que se esconden detrás de as cortinas.
Has sido tú quién se ha llevado todas mis excepciones y yo ni me he enterado porque fue en un segundo atómico.
Porque todos llevamos un asesino dentro y yo a veces le ayudo a matar el tiempo para que se pare.