Soy
un corazón oxidado que muere de sed y se ahoga en orgullo para pasar
las penas. Para pasar las penas escribo, intento hacer de un enlace
con tres letras en inglés unidas por guión algo decente.
Ser
una página en blanco tiene la ventaja de poder ser arrancado por
alguien y poder volver a escribirse de nuevo, remodelarse en cada
escrito y esconderse tras cada palabra para de una forma u otra
reflejarme en cada una de ellas. Siempre tuve un gran problema
trascendental, un laberinto irreal creado por mí misma en cual no
encuentro mi sitio, busco donde encajar, pretendo elegir las palabras
correctas para definirme, saber quién soy y aprender a no dudar y a
saber pensar con los pies fríos.
Por
eso me refugio aquí, porque soy de esas personas aburridas que
suelen morir ocasionalmente sin previo aviso en repetidas veces y
recurro a este lugar para hacerme notar y contarlo. Hablar con letras
desgarradoras, con ternura o pasión, hablar de amor, dolor o gozo y
todo ello hacerlo escritura, escribir desde lo más oscuro.
Escribo
oscuro, sí, escribo desde lo más oscuro para dejar la vergüenza
que me habita, sin hacerme notar, y poco a poco dejar que algo de luz
me deje ver. Que hay ojos que aunque parecen vivos, están vacíos, y
aún así parpadean, es todo ruido que en mi mente se disfraza y me
inspira, es creerse poeta y morir de hambre, mirar a la luna y
estremecerse, es sentirse bien haciendo esto. Es escribir,
arriesgarse a gustar o quedar arrinconado en el olvido, dejar sin
aliento o hacer esbozar una sonrisa con cada punto y final, ser noche
y día, hablar del frío que cala y el calor que derrite.
Hablo
con voz rasgada por que soy invisible, y me escondo bajo un
sobrenombre de un sentimiento que palpita, y eso es lo que quiero,
que palpiten y sean bienvenidos a mi paraíso perdido, donde me
presento y me despido a la vez.
Euforia.